No hablo de Blasco Ibáñez, claro, sino del ex diputado de C’s Jordi Cañas, que apenas supo que habían insultado y agredido al líder del PSC menguante Pere Navarro, aprovechó el asunto para enfangar a más de medio Parlament a través su particular cloaca social: “la siembra del odio empieza a recoger sus venenosos frutos”. ¿Qué fácil, no, Cañas? Porqué ya se sabe quien siembra el odio y quien defiende la convivencia cívica incluso en los tribunales, ¿verdad?. No, tu no, Cañas, tu no siembras odio, que va, ni tu ni tus colegas de corazón partío lleno de alegría, ni tampoco los compañeros del PP con sus boicots tan amistosos, ni la amigas de upeydé con sus amables insultos, siempre con el recuerdo de los nazis, ni la caverna que ya prepara tanques y calienta las calderas constitucionales, no, tu no Cañas, y si me apuras, tampoco algunos socialistas —no todos, claro—, sobre todo si como ocurre en este caso te sirven para tus buenos propósitos de sapo. Y viendo que tan experto eres en agricultura ideológica, yo me pregunto, y tu, Cañas, ¿qué coño debiste sembrar en su momento para cosechar lo que ahora mismo acabas de recoger: que el TSJC te impute un delito contra la Hacienda Pública? Hasta un tonto, Cañas, sabe que para barro basta un puñado de tierra y un chorrito de agua.

Y vamos con el asunto Navarro. Suscribo el rechazo, la condena y lo que haga falta de esa agresión que además de inadmisible es directamente estúpida. Y dicho esto —para que no haya dudas—, las dudas suyas, señor Navarro. No entiendo que tras el golpe con subtítulos —“grandísimo hijo de puta”, dice que le dijo— usted no hiciera nada de nada, ni siquiera grabarla con el móvil, y dejara ir tan pancha a esa loca, como diciendo, va, no tiene mayor importancia, y luego, en cambio, le diera gravedad y trascendencia política que le ha inyectado al asunto. Dice que no conoce a la mujer que le golpeó, y le creo —¿por qué no iba a creerle?— y a pesar de eso, asegura que “esa persona que vivía una opción con cierto fanatismo” y atribuye la agresión al clima de “crispación política actual”.

A ver, señor Navarro, esto, así, no es de recibo: ¿De dónde saca que esa loca era independentista, soberanista o algo así de mala calaña? ¿porque esto es lo que calculadamente da a entender, verdad? ¿Era por algo que dijo? Entonces dígalo. ¿Era por algo que llevaba? Entonces cuéntelo. ¿Era por algo que sabe? Entonces no se calle. Y si no, aténgase a las sospechas, porque es usted con su actitud —primero ignora el asunto para luego magnificarlo— y con su medio relato —parece que no sabe pero sabe—, quien siembra las dudas, quien alienta las sospechas. Y uno, incluso podría pensar que todo se hace a beneficio de inventario, o sea, para luego poder decir, como dijo a la hora de los churros en TVE, que le parece” gravísimo que en un país se convierta al agredido en sospechoso”. Tras el lamento, y de manera un tanto falaz, concluyó que usted no es quien debe dar explicaciones, porque usted el agredido.

¡Y tanto que debe dar explicaciones, señor Navarro, y tanto! Ya sabemos que usted es el agredido, eso n o se discute, pero usted, con su actitud por lo menos ligera, puede que un tanto frívola e incluso algo temeraria, pone a mas de medio país detrás de ese puñetazo o lo que sea, como autores sentimentales del mamporro, manotazo o lo que fuera. Usted no puede dar a entender lo que da a entender y luego desentenderse de lo que insinúa, eso no es juego limpio, más bien es juego peligroso. En todo caso, esperamos sus explicaciones: ¿qué indicio o indicios le llevaron a asegurar lo que dijo? Y puestos a esperar lo peor, rece para que no ocurra lo que algunos susurran: que el bofetón de esa histérica nada tenga  que ver con el soberanismo, y que sean otras las raíces que no razones de su locura y su bofetón. Porque si eso llega a ocurrir —y ahora mismo no parece descabellado—, entonces señor Navarro se lo van a comer crudo, y los primeros serán algunos de los suyos. Aunque viendo la que se avecina se lo van a zampar de todas maneras:

Pero aunque fuera cierto que esa idiota sea una histérica del independentismo, y que movida por ese fanatismo le abordó, insultó y atizó, me parece muy grave —juego peligroso— que convierta esa ostia particular en síntoma de un clima de crispación general diseñado y ejecutado por los ‘fanáticos’ del 9N. No tiene derecho a ensuciar así una causa que es tan legítima y cívica como la suya, del mismo modo que tiene todo el derecho a denunciar cualquier agresión, y a esperar el apoyo de todo el mundo civilizado si el ataque obedece a cualquier tipo de intransigencia política. Pero por ahora su gesto más que una denuncia o un aviso, suena casi a provocación.

De momento, viendo el rédito de su caso, ya se ha apuntado al aquelarre de modo retroactivo —en diferido, que diría Cospepé, porque el asunto es viejo de tres semanas atrás— el ministro Fernández Díaz del Interior, de las cuchillas y de la medalla a la Virgen, que según contó, fue zarandeado pero zarandeado con pasión por otra mujer, se da por hecho que catalana —¡Hay qué ver cómo se han puesto las catalanas esta primavera!—, histérica e igual de fanática que la suya señor Navarro —la suya me refiero a loca del bofetón—, que le llamó “fascista”, al Fernández, se entiende, sin ningún tipo de razón: todo el mundo sabe que el PP ha condenado el franquismo desde que tienen uso de razón, que empujó como nadie la Ley de Memoria Histórica con el mismo entusiasmo con que apoyó en su momento a su tan querida Constitución de hormigón armado hasta los dientes.

Aún sin Pedro J., El Mundo no ha desaprovechado la ocasión, y le dedicó al zarandeo del ministro catalán del Interior un pedazo de portada para seguir enfangando la situación, o sea: “Si el domingo le propinaron un puñetazo a las puertas de una iglesia al líder del PSC, Pere Navarro, al ministro del Interior le insultaron cuando salía de un céntrico restaurante el pasado 6 de abril. Según fuentes cercanas al dirigente del PP catalán, la suma de estos dos altercados responde al clima de crispación política que se vive en Cataluña”. ¡Fantástico, señor Navarro! Por la crispación, lo que haga falta, aunque sea ofrecer en bandeja más nitratos a los expertos en emponzoñar la información.

Y la cosa sigue, claro. “Nuestra condena por todos los actos violentos contra la libertad que se están produciendo en Cataluña ante la pasividad del gobierno. Pasividad… O más”, escribía Rosa Díez, esa nacionalista —del nacionalismo bueno, se entiende, español— chillona, cotorra, con el morro siempre al vinagre y dispuesta siempre a meter cizaña. Y también el bocazas de Loquillo, qué pena, chiquillo, tan grande y tan torpemente ingenuo, haciendo el juego a los prosopopeyas de ABC : “Lo que se está diciendo Mas es: «Votemos para acabar con la democracia», ni más ni menos. Lo mismo que pedían las S.A. nazis. Cuando me preguntan lo que está pasando en Cataluña, recomiendo un libro: «Historia de un alemán». Es muy fuerte todo esto. Se amordaza a la prensa, los disidentes son excluidos, aparecen listas negras de periodistas y artistas… A Estopa poco faltó para que les echaran de Cataluña por decir que no eran independentistas y ser medio extremeños. Hay que decir las cosas claras, porque cuando empieza a haber incluso agresiones a políticos…˝. Y Sánchez Camacho rápido se ha apuntado al festival de la inquisición para denunciar “una escalada de violencia verbal y física, una escalada intensa de agresiones” hacia los políticos del PPC amparada, sobra decirlo, por el “clima de crispación” que hay ahora mismo en Cataluña por culpa del  proceso soberanista que “está enfrentando y dividiendo a familias y amigos”. Lo ve, señor Navarro, que fácil es hacer que el mundo se vaya poniendo al servicio de sus presagios: ¡JA TENIM CRISPACIÓ, PERE!

El Mundo redondea su carambola haciendo que el titular, “Eres un fascista”, casi parezca un pie curiosamente asociado a la foto en la que se ve al president de la Generalitat en la fiesta de los mossos. Por su parte y aunque un tanto patoso, son horas bajas, El País intenta igualmente sacarle tajada a la bofetada a fin de que el mundo se parezca a sus deseos y a sus intereses. No deja de ser curioso que en una misma columna, cuyo título dice que “Una mujer da un puñetazo a Pere Navarro en Terrassa”, luego adose por medio de un ladillo fuera de lugar que también hubo una “Agresión a Pons”. Como no se dice donde ocurrió lo de Pons, se supone que la cosa sucedió también en Terrassa, o por lo menos en Cataluña, que a fin de cuentas es lo que cuenta, un lío de agresiones ¿no, Pere Líos, digo Ríos? ¿A qué viene, si no, juntar en esa misma columna, en un mismo párrafo, el bofetón a Navarro en Terrassa y, sin ni tan siquiera un punto y aparte, meter el huevo que le tiraron a González Pons en… Castellón? Y hay más trampillas. Por ejemplo, en la edición de papel, El País recuerda que Navarro ya “fue insultado el día de Sant Jordi en la caseta del PSC”, lo dice así, sin precisar el ultraje. Luego, repasando la noticia en la edición digital, el periodista desvela la desvergüenza: “¿Qué firmas? ¿La expulsión de los críticos del PSC?”, se ve que le dijo alguien. Eso es todo. ¿Coño, Pere, esto es grave, no? ¿Tú qué dices, Cañas? Más barro, Navarro.