Karl Kraus, el auténtico profeta de la indignación

 “No hay un espectáculo más repulsivo que el intento de adornar de moral a una institución esencialmente inmoral [la banca], y no hay sueño más insensato que el de una bolsa sin corrupción y unos bancos sin corrupción”. Parecerá , sin duda, que se trata de una cita contemporánea, y los es ciertamente, por la repugnante actualidad de ese cinismo, pero se trata de un texto que se publicó hace más de un siglo, en 1902, en el número 116 de Die Fackel (La Antorcha), el periódico que a trancas y barrancas editó durante treinta largos años el periodista, escritor, polemista, orador, cantante y activista incansable Karl Kraus (1874-1936), que de ser más conocido y sobre todo más leído sería considerado ahora mismo el verdadero profeta de la indignación.

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Karl Kraus, y no Sthéphane Hessel, claro, ese anciano bien intencionado pero light, superficial, que no se atreve ni tan siquiera a señalar al PSF, y convertido desde el año pasado en simple objeto de merchandising para uso de los boy&girl scouts de la buena conciencia por la gran industria cultural de planeta y medio. Y mucho menos P.P., el Plasta Punset, este aburrido charlatán en la línea del Reader’s Digest, experto en pastosas chácharas propias de las páginas del horóscopo y entregado en cuerpo y asma, con su pelo aureolado con esmero, su viejo disfraz de sabio despistado y su falsa modestia, a un tema único: Eduard. No consigo entender que TV3 le haya montado esa doble fiesta grotesca de propaganda, en prime time, para mayor regocijo de su hueco ego y su editorial, y todavía menos consigo entender que Buenafuente, un tipo listo, con talento y para nada superficial, haya caído también en las redes de este timo. ¿O era una parodia?

“Lo que la sífilis ha permitido que sobreviva lo destruirá la prensa. En los casos futuros de reblandecimiento cerebral, la causa ya no podrá establecerse con certeza”. Ejemplo genuino del lenguaje ácido, vitriólico, satírico, con que Karl Kraus fustigó en su tiempo no sólo al periodismo, que para él era la madre de todos los males, sino al capitalismo, al sistema financiero, a los intelectuales, a los partidos políticos, al monstruo nazi naciente y a casi todo bicho viviente. Un discurso tan radical como visionario, clarividente, profético desgraciadamente, a pesar de que en su época, a excepción de unos cuantos (entre ellos los filósofos de la escuela de Frankfurt, herederos de su discurso crítico sobre la sociedad), se le tachó de exagerado, hiperbólico, fuera de lugar y de tiempo. Algo que intuyó él mismo: “Mis lectores creen que escribo para el presente porque escribo a partir del presente. Deberé pues esperar que las cosas de las que me ocupo envejezcan. Tal vez en ese momento gozarán de alguna actualidad”.

En Sátira y profecía, el filósofo francés Jacques Bouveresse repasa la vida, la obra, el pensamiento y el activismo de Karl Kraus, para verificar que “prácticamente todas las cuestiones que hoy en día se colocan en el primer plano de los movimientos de protesta que ya no confían ni en la teoría política tradicional ni en los partidos políticos clásicos encuentran una anticipación en Kraus”, y eso es tan cierto para Bouveresse, que no duda en señalar que las ideas de KK, “hoy como ayer, pueden atraer considerablemente a aquellos que, por una u otra razón, creen que la izquierda, tal como se presenta actualmente, ha dejado de ser de izquierdas”. Y la derecha va a ser más de derechas que nunca y con mayoría absoluta: 20N! Con una fecha así no podía ser de otro modo: “Volverán banderas imperiales”, y gracias que no nos bombardeen otra vez: pez, plural, sin afeitar.

Autor austríaco de principios del siglo XX, Karl Kraus es un pensador plenamente moderno,  “aunque sólo fuese por su crítica devastadora de la sociedad de consumo y de la sociedad del espectáculo”, y Bouveresse está convencido, y yo casi también, que si su obra fuese un poco más divulgada y conocida, mucha gente le consideraría “no solamente uno de los precursores del pensamiento ecológico, como indiscutiblemente fue, sino también uno de los portavoces de la izquierda radical, cuyas protestas pueden alimentar la hostilidad y el resentimiento de todos aquellos que como él, por motivos que en ciertos aspectos son parecidos y en otros totalmente distintos, tienen cuentas que saldar con la socialdemocracia y se lamentan de las medidas que se toman a medias, de la tendencia al pacto, de la pasividad y debilidad de la izquierda tradicional”.

Pero además del sentido moderno por profético de su obra, porque “lo que ocurre en el terreno económico, político, cultural y mediático no hace desgraciadamente más que justificar sus críticas más negativas y sus predicciones más pesimistas sobre el mundo contemporáneo”, me parece que Kraus también es moderno por el modo de su discurso, por su periodismo de francotirador y su faceta de orador y provocador: desde 1899 hasta pocos meses antes de su muerte en  1936, Kraus publicó 922 números de su periódico Die Fackel, en el que colaboraron nombres tan destacados como A. Loos, A. Schönberg, G. Trakl, O. Kokoschka, F. Wedekind, A. Strindberg, O. Wilde…, aunque a partir de 1911 Kraus se convirtió en editor y prácticamente único autor; y  asimismo durante más de 40 años presentó más de 700 conferencias en las que, como intérprete único, a modo de un one man show satírico, recitaba y cantaba poemas y textos de Brecht o de Hauptmann o de Goethe o de Shakespeare, entre los que a menudo improvisaba o colaba sus propios dardos.

Y en esta época de tanto ruido virtual, de tanta pantalla plana, de tanto discurso hueco, de tanta basura mental en 3D, en que el más superlativo de los ignorantes tiene su propio blogwater, en el que cualquier patán se atreve a colgar su webporn, recuperar el papel, a modo de intervención directa, sin intermediarios, como su Die Fackel actualizado (What the fuck o La mala ostia, pongamos por ejemplo), me parecería un signo de distinción y de buen gusto; y estos tiempos de tanto chismorreo virtual, de tanta verborrea inalámbrica, me parecería moderno, o sea necesario, recuperar la oratoria, el discurso directo ante un auditorio vivo, en el que las palabras se fundan con la respiración, y el cerebro se oiga con sus latidos.

Sátira y profecía. Las voces de Karl Kraus, de Jacques Bouveresse   Ediciones del subsuelo, Barcelona 2011